Sandra Melgarejo. Madrid
Las vacaciones pueden ser una buena época para que los profesores reflexionen y analicen los resultados de su trabajo durante el año escolar y se replanteen su forma de enseñar. “Ser docente implica tener una de las profesiones más influyentes e importantes porque su cometido es formar a personas que serán el futuro. Es de vital importancia que el profesor se recicle y autoevalúe su forma de enseñar”, comentan Teresa González y Lorena Salmerón, psicólogas especialistas en TDAH de Educ-at.
En verano, libres de la tensión del trabajo diario, los maestros pueden analizar los errores, reflexionar sobre la efectividad de las técnicas, detectar cuáles son las necesidades del alumnado y marcar unos objetivos para el próximo curso. “Tienen que entender que son la pieza clave para motivar y ayudar a los alumnos a correr la carrera de obstáculos que supone para algunos el aprendizaje”, señalan las psicólogas.
En concreto, González y Salmerón consideran que los profesores deberían saber que los alumnos con TDAH suelen presentar un rendimiento escolar inferior porque la enseñanza de contenidos no se adapta a sus necesidades. “El maestro tiene que conocer todas las particularidades del TDAH: sus síntomas principales (inatención, impulsividad e hiperactividad), la necesidad de adaptaciones, reforzar positivamente sus aportaciones, ayudar a que estén motivados haciéndoles verse capaces… Pero, sobre todo, tiene que separarse de los estereotipos, que solo debilitan la motivación y autoestima”, aconsejan. Además, recomiendan valorar los aspectos positivos que tienen los estudiantes con TDAH: creatividad, espontaneidad, deseo constante de ayudar y gran capacidad de lucha.
Menos deberes y nuevas herramientas de enseñanza
Una de las medidas que los docentes se pueden plantear poner en práctica el próximo curso es reducir la cantidad de deberes. “Trabajamos constantemente para que los niños con TDAH, y en general todo el alumnado, adquieran un hábito de estudio diario y asimilen la necesidad e importancia del trabajo posterior en casa para asentar los contenidos que trabajan en el colegio. Pero esto se ve afectado por la carga de deberes que tienen y que hace que, en muchos casos, consuma prácticamente toda la tarde sin darles tiempo para poder reelaborar la información dada en la escuela”, señalan las psicólogas. Además, recuerdan que una menor cantidad de deberes permitiría dedicar más momentos para el ocio o las actividades extraescolares que facilitan un buen desarrollo de las habilidades sociales, muchas veces afectadas en los niños con TDAH.
Por otro lado, hay una serie de herramientas clave, más allá del método de enseñanza tradicional, que el profesor puede utilizar para mejorar el rendimiento de los alumnos con TDAH. En primer lugar, González y Salmerón destacan que el ambiente de clase debe tener una estructura muy clara y predecible con el objetivo de que los alumnos sepan cómo se van a organizar las clases. Además, es importante revisar los contenidos de lecciones anteriores y cerciorarse de que los alumnos aprenden al ritmo de la clase.
Asimismo, es crucial apuntar los deberes, las fechas de los exámenes y el plazo de entrega de los trabajos en la pizarra, así como revisar las agendas para comprobar que tienen apuntadas todas las tareas. La revisión no tiene por qué ser una labor de vigilancia del profesor, sino una actividad motivadora entre compañeros, en la que unos y otros se ayudan para mejorar sus puntos débiles.
Por último, es necesario que los alumnos con TDAH ocupen las primeras filas para disminuir la distracción en las clases. Darles pocas instrucciones y muy claras, y tener un listado de errores comunes y avisarles antes de que los cometan les ayuda a mejorar el rendimiento.
“Todo esto no solo beneficia al alumnado con TDAH, sino también al resto de compañeros. Es fundamental que el profesor se separe del método tradicional de enseñanza mediante lección magistral y aproveche los avances actuales por el bien de todos los alumnos”, opinan las psicólogas.
Las cualidades del maestro implicado
Según las especialistas, un profesor realmente implicado en mejorar el funcionamiento de la clase debe trabajar tres áreas básicas: académica, emocional y conductual. En el área académica, además de hacer uso de las herramientas de enseñanza ya descritas, la creación de grupos de trabajo heterogéneos dentro de clase ayuda a fomentar el trabajo en equipo y desarrollar habilidades sociales.
En el área emocional es importante trabajar la comunicación, la tolerancia a la frustración, el reconocimiento de las emociones y la empatía. “Es positivo que se produzca el error para poder aprender. Hacer dinámicas de grupo o utilizar viñetas y cortos de animación, por ejemplo, apoya el aprendizaje de todas estas capacidades tan importantes como las académicas”, indican.
En el ámbito conductual hay que trabajar el respeto a las normas y saber implantar límites, y, cuando esto se cumpla, es fundamental el refuerzo positivo.
“El profesor tiene que dejar de ver a los niños como una simple nota y esforzarse no solo para que sean los mejores en las materias, sino para que sean personas con valores, principios, capacidad de esfuerzo y estrategias para poder superar sus dificultades de manera efectiva”, destacan González y Salmerón.
Replantearse la enseñanza y adaptarse a los cambios es beneficioso para todos, no solo para los alumnos con TDAH, sino también para sus familias, los propios maestros y el resto del alumnado. “Todos obtendremos un beneficio, directa o indirectamente, ya que los niños y adolescentes son nuestro futuro y es fundamental que trabajemos juntos en la misma línea, aprendiendo de los errores para poder avanzar”, concluyen las psicólogas.
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