Redacción. Madrid
El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) puede darse en su forma aislada, es decir, sin estar asociado a ninguna otra patología. En estos casos, el niño afectado no tiene por qué mostrar dificultades en otras áreas del desarrollo, como el lenguaje, la lectoescritura, el cálculo o la coordinación. Así lo ha detallado Sara Magallón, profesora de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra, en la VIII Jornada de Actualización en Psiquiatría Infantil y Adolescente, organizada por la Sociedad Vasco-Navarra de Psiquiatría, la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), y el Servicio Navarro de Salud (Osasunbidea).
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Magallón ha dado a conocer las claves para distinguir el TDAH de los trastornos del aprendizaje. En primer lugar, ha explicado que “la asociación de trastornos es muy frecuente. Una persona afectada de un trastorno del neurodesarrollo tiene más posibilidades de tener un trastorno de aprendizaje que otra persona que no lo tiene. Así, es más probable que un niño con TDAH tenga dislexia, por ejemplo, que un escolar sin TDAH.
“Pero esto no significa que todos los niños con TDAH tengan que presentar necesariamente otras afectaciones, porque hemos visto que el trastorno puede darse en su forma pura”, ha aclarado.
Como ejemplo, Magallón ha dado a conocer que “hasta el 39 por ciento de los escolares con TDAH presenta, además, trastorno del aprendizaje de la lectura/escritura. Estos escolares tienen dificultades para automatizar el mecanismo de la lectura y para acceder al significado de los textos”.
“Por otra parte, en torno al 33 por ciento de los niños con trastorno de aprendizaje de la lectura tiene TDAH. En ocasiones, las personas con TDAH presentan también dificultades en el cálculo. De entre los escolares con discalculia, en torno al 26 por ciento tiene TDAH y alrededor del 17 por ciento tiene trastorno del aprendizaje de la lectura”, ha afirmado.
En esta línea, la especialista ha señalado que “también es frecuente que los niños con TDAH muestren cierta torpeza motriz: por ejemplo, dificultades para el manejo de utensilios pequeños, para dibujar, para recortar, etc. (motricidad fina) y/o para correr de forma coordinada, saltar, etc. (motricidad gruesa). Cuando esta torpeza es tal que interfiere de forma significativa en las tareas del ámbito escolar y familiar del día a día, constituiría un trastorno del desarrollo de la coordinación (TDC). Se hablaría entonces, de una asociación comórbida de TDAH y de TDC”.
Además, ha profundizado en el trastorno de aprendizaje no verbal o trastorno de aprendizaje procedimental (TAP), que se caracteriza por los siguientes síntomas: déficit de atención, torpeza motriz/descoordinación, dificultades en la lectoescritura y/o en el cálculo, problemas en las relaciones sociales a consecuencia de un fallo en la adecuación de los comentarios al contexto/interlocutor (uso pragmático del lenguaje), falta de pericia a la hora de leer mapas, orientarse, hacer construcciones (integración visual-espacial y coordinación perceptivo-manipulativa).
“En síntesis, el TDAH se puede presentar de modo aislado, aunque es frecuente que se dé en forma comórbida con otras dificultades. A veces, la diferenciación entre las distintas afectaciones (diagnóstico diferencial) no es fácil. Por ello, es importante realizar una exploración médica, neuropsicológica y educativa exhaustiva; sobre todo para detectar las áreas en las que se debe de intervenir y ofrecer apoyo escolar”, ha concluido.
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