Sandra Melgarejo. Madrid
Una relación funcional adecuada entre la familia y la escuela permite que el niño con TDAH se desarrolle satisfactoriamente y tenga una mejor calidad de vida. Jesús Bernal Hernández, miembro del Equipo de Atención al Alumnado con Trastornos de Conducta de la Junta de Castilla y León en Valladolid y director de Programas de Formación en Terapia Familiar del Centro Antheo de Valladolid, afirma que “es importante que los padres de los niños con TDAH comprendan que nada de lo que hagan podrá hacer que el trastorno desaparezca. Tampoco la escuela puede hacer desaparecer por completo este trastorno. Pero lo cierto es que hay posibilidades reales de manejar el TDAH en términos satisfactorios para todos, sobre todo para las personas afectadas. Se pueden hacer muchas cosas desde la medicina, desde la escuela, desde la familia y desde el propio niño con TDAH”.
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“Familia y escuela no tienen más remedio que colaborar juntas. Son contextos que se necesitan mutuamente para que el niño se desarrolle, socialice, adquiera competencia y pueda tener calidad de vida”, indica el terapeuta familiar, por lo que aconseja “fomentar actitudes colaboradoras y de respeto familia-colegio, independientemente de lo que haga el otro sistema”.
Bernal asegura que introducir algunos elementos funcionales en la relación entre familia y escuela “puede ayudar a colocar al trastorno en su sitio”. Uno de estos elementos es “el compromiso incondicional entre ambos sistemas y sus agentes”. “La escuela ayuda, valida y forma parte de la red de apoyo del propio niño y de su familia, independientemente de lo que hagan el propio niño y su familia. Los padres ayudan, validan y forman parte de la red de apoyo de la escuela, independientemente de lo que hagan los profesores”, detalla.
Otra clave es que las diferencias se manejen entre adultos, dejando al niño al margen. “Cuando surgen dificultades, probablemente frecuentes a lo largo de toda la escolarización del niño, estas son manejadas entre adultos, centrándose en las posibles soluciones. El niño permanece al margen de este debate, y ningún adulto en el entorno familiar y escolar entromete al niño, informándole, pidiendo su opinión, posicionándolo en contra o a favor, o implicándolo emocionalmente”, recomienda Bernal. “Si las diferencias son insalvables, incluso cuando los padres puedan decidir cambios en la escolarización de su hijo, las decisiones se han de tomar dejando fuera al niño y preservando lo positivo del colegio y de la familia”, añade.
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El niño también necesita recibir estímulo, refuerzo y consideración por lo que él es y por cosas que hace en las que obtiene un éxito, al margen del trastorno. Asimismo, comenta el terapeuta familiar, “los maestros tienen que trabajar con los compañeros del niño con TDAH, con el fin de que éstos también puedan tener una opinión positiva y válida de su compañero”.
Bernal recomienda a los padres “conocer y confiar en los recursos, profesionales y servicios que existen en su entorno, priorizando su uso sobre otros más lejanos que no siempre son mejores”. “El sistema educativo debe proporcionar apoyos suficientes. Si esto no es así, la familia tiene el derecho de reclamarlos por las vías establecidas”, afirma. Además, comenta que la familia y la escuela pueden colaborar juntas para generar soluciones en la atención a los niños con TDAH, buscando el compromiso de la red asistencial médica y de otras entidades de la red local, con el fin de elaborar protocolos comunes de actuación.
Otro elemento clave es que la familia se centre en las tareas de su ámbito y que no interfiera en las funciones propias del contexto escolar, construyendo en casa un “colegio paralelo”. “La escuela trabaja objetivos específicos de aprendizaje, utilizando metodologías específicas. En casa pueden trabajarse otros objetivos, utilizando métodos también diferentes. Cada contexto se centra en lo suyo, sin interferir en lo que el otro contexto hace (esto no significa no colaborar, ni trabajar objetivos comunes). La escuela no funciona como una familia paralela y la familia no funciona como una escuela paralela”, apunta el terapeuta.
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