Sandra Melgarejo / Imagen: Pablo Eguizábal. Madrid
Alberto Fernández Jaén es el jefe de la Unidad de Neurología Infantil del Hospital Universitario Quirón de Madrid y un firme defensor de aumentar la sensibilización acerca del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) entre la población general. Este especialista considera que desde las escuelas se puede hacer mucho más, tanto en la identificación como en el abordaje del trastorno, para que los alumnos con TDAH puedan adaptarse mejor a las características del sistema educativo.
¿Cuál es la situación global del TDAH en España?
Sigue habiendo mucha falta de diagnóstico y los chicos que sí están diagnosticados lo están de forma incompleta en numerosas ocasiones. A veces se diagnostica el trastorno, pero no los problemas asociados. No diagnosticar bien y completamente dificulta la evolución y el tratamiento del niño.
¿Qué hay que mejorar en cuanto a la detección?
Creo que lo que hay que mejorar es la sensibilidad en las escuelas, en la población general… Hay que dar pistas que nos puedan hacer sospechar un diagnóstico de este tipo en la población infanto-juvenil porque cuanto más tarde diagnosticamos a estos críos, más difícil es el abordaje terapéutico, peor es el pronóstico, más complicaciones habrá y más problemas tendrán ellos.
¿Qué más se puede hacer desde los colegios?
Muchísimo. No solamente en la identificación, sino también el propio abordaje, es decir, cómo trabajar con estos alumnos y hacer que se adapten más al sistema que tenemos, simplemente modificándolo parcialmente, no hacen falta grandes medidas terapéuticas sino, por ejemplo, que el niño esté sentado delante en el aula, que esté supervisado, que haya un buen feedback, que en los exámenes el profesor se asegure de que está ejecutándolo adecuadamente…
El profesor tiene que comprender que el alumno con TDAH no comete errores por no haber trabajado lo suficiente sobre esa materia, sino porque es despistado. Hay unas medidas muy básicas que se pueden poner en marcha en los colegios con cierta facilidad y que dependen de la sensibilización de las escuelas y de la profesionalización de los profesores en este sentido.
¿Cómo se explica a los padres y a los niños que son diagnosticados qué es el TDAH?
Con sensatez. Hay que explicar a la familia que esto no es una enfermedad, sino un trastorno que consiste en tener una serie de síntomas que caracterizan muy bien al TDAH y que cuando esos síntomas son muy persistentes, muy intensos y muy mantenidos en el tiempo generan una repercusión evidente. El trastorno repercute al niño funcionalmente, en su vida académica, en su vida familiar, en sus salidas, en su aprendizaje social…
Ahí se establece el punto de partida y, según cada caso, se hacen una serie de recomendaciones para casa: una vida muy estructurada, apoyos necesarios, una forma de trabajar y de dar las órdenes diferente, cambiar perfiles conductuales en base a refuerzos positivos y negativos… Todo eso va a depender mucho de las características de cada paciente.
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