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Sandra Melgarejo. Madrid
“El TDAH es un trastorno complicado que incluye inatención, hiperactividad e impulsividad, además de otras comorbilidades psiquiátricas como trastornos conductuales, ansiedad, depresión, trastorno negativista desafiante, etc.”. Así lo afirmó David Coghill, profesor investigador de Psiquiatría Infantil y Adolescente del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Dundee (Escocia), durante su participación en la 10ª Jornada sobre Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, organizada por la Fundación Educación Activa en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
“La comorbilidad -es decir, la presencia de uno o más trastornos asociados al trastorno primario-, sumada a los síntomas dominantes del TDAH, ocasiona impedimentos funcionales a la persona con TDAH y en su entorno escolar, laboral, familiar y social”, detalló Coghill. “Hay que tener una visión global e integral del trastorno para asegurarse de que se están tratando todos los problemas”.
Según el especialista, en el individuo con TDAH estas dificultades psicosociales pueden manifiestarse en forma de baja autoestima, accidentes y lesiones, tabaquismo o abuso de otras sustancias; en el entorno escolar o laboral, se traducen en dificultades y bajo rendimiento; en casa, pueden ocasionar estrés familiar y problemas en la educación; y en el ámbito social derivan en relaciones grupales pobres, déficit de socialización y dificultades en las relaciones de pareja.
Un estudio presentado por Javier Quintero, jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid, en el II Taller de Expertos en TDAH, revela que el 70 por ciento de los niños con TDAH presenta alteraciones comórbidas. De ellos, el 40 por ciento tiene trastorno desafiante-oposicional; el 34 por ciento, ansiedad; el 14 por ciento, alteraciones de conducta; el 11 por ciento, tics; y el cuatro por ciento, alteraciones del ánimo.
Si no se maneja, la comorbilidad evoluciona desde la infancia hasta la edad adulta, comenzando con fracaso escolar, dificultades en las relaciones interpersonales y problemas de conducta, hasta llegar a dificultades legales, accidentes de tráfico o de otro tipo, problemas laborales e, incluso, drogodependencias.
“Todas son prevenibles y se evitan con un diagnóstico y un tratamiento adecuado”, aseguró Quintero. En este sentido, Coghill afirmó durante su ponencia en Madrid que “las intervenciones psicosociales son el tratamiento de primera línea para la mayorías de las comorbilidades psiquiátricas asociadas al TDAH”.
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