Sandra Melgarejo. Madrid
Azucena Díez, especialista en Pediatría y Psiquiatría Infantil de la Clínica Universidad de Navarra, es la nueva presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría (SPI-AEP). En su opinión, es muy importante que se cree la especialidad de Psiquiatría del Niño y Adolescente porque “garantizar que todos los niños sean valorados, tratados y seguidos por personas que tengan una formación específica es una necesidad enorme y urgente”.
¿Cuáles son los objetivos de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la AEP?
Azucena Díez.
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El objetivo principal es facilitar a los pediatras información y formación para que puedan abordar correctamente la patología psiquiátrica en los niños que ven, tanto en Atención Primaria (AP) como en hospitalaria. Entre el 10 y el 20 por ciento de las consultas de Pediatría en AP se deben a causas psiquiátricas o psicosociales. Además, desarrollamos una función social de promoción de la salud mental.
En agosto de 2014 se publicó el Real Decreto que aprobaba la creación de la especialidad de Psiquiatría del Niño y Adolescente. ¿Cómo se está desarrollando?
Las cosas de palacio van despacio y, un año después, el único paso que se ha dado es que se ha creado la Comisión Nacional de la Especialidad, un comité de expertos que está trabajando en el programa formativo. Podría ser que en 2017 se convocaran las primeras plazas.
¿Cómo va a beneficiar a los niños con trastornos psiquiátricos que exista una especialidad dedicada a ellos?
Es imprescindible, llevamos más de una década reclamándolo. Somos uno de los pocos países de Europa donde todavía no existe la especialidad; es un escándalo. ¿Beneficios? Todos, porque los niños que tienen dificultades en el ámbito de la salud mental son vistos por sus pediatras, pero las consultas de AP no tienen la estructura necesaria para hacer un abordaje completo de estos problemas. En la mayoría de las comunidades se deriva a estos niños a consultas de salud mental donde puede haber especialistas que no tengan una formación específica en Psiquiatría Infantil. Los niños no son adultos en miniatura y la especialidad es muy diferente. Garantizar que todos los niños sean valorados, tratados y seguidos por personas que tengan una formación específica es una necesidad enorme y urgente.
¿Cuáles son las ventajas en el caso concreto del TDAH?
El TDAH es el primer motivo de consulta, con una prevalencia de entre un tres y un cinco por ciento. Los psiquiatras de adultos no siempre tienen la formación necesaria sobre las terapias farmacológicas para el trastorno ni sobre los procesos de psicoeducación que deben acompañar siempre al tratamiento, por lo que es complicado que puedan hacerlo bien. Además, hay escepticismo por parte de algunos psiquiatras de adultos con respecto al diagnóstico y al tratamiento del TDAH; algunos no se lo creen.
¿En qué se basan los escépticos?
Se me hace imposible entenderlo. Hay psiquiatras y profesores contrarios a la existencia del TDAH. Sus argumentos no están basados en la evidencia científica; más bien son opiniones. Una de las razones que dan es que no hay una prueba objetiva para diagnosticarlo, pero eso también ocurre con la depresión, con la esquizofrenia, con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC)… Otra es que hay mucha presión por parte de las compañías farmacéuticas, pero eso es una barbaridad.
Es tutora de residentes, ¿qué sabe del TDAH un MIR de Pediatría que llega a su servicio?
Desde hace unos diez años, el TDAH se explica en la carrera. Yo me licencié en 1998 y nadie me habló del trastorno, no se estudiaba en las facultades. Es muy importante que los residentes de Pediatría roten por unidades de Psiquiatría Infantil, pero generalmente no sucede. Hay un aprendizaje que tiene que ser común para los pediatras y para los psiquiatras de adultos: que el TDAH es una disfunción cerebral, porque es importantísimo explicárselo a los padres.
¿Cómo es actualmente la transición de un adolescente con TDAH desde la Psiquiatría infantil a la de adultos? ¿Cómo debería ser?
Los psiquiatras de adultos entienden qué es la depresión o la ansiedad, pero del TDAH y del autismo saben menos. Un adulto con TDAH que deja el tratamiento tiene peor funcionamiento en el ámbito académico y laboral, más problemas legales, más accidentes de tráfico y más índices de divorcio. Ya no hablamos de peores notas; es un tema de salud pública muy importante. En mi opinión, deberían existir unidades específicas de TDAH de adultos y una mayor y mejor coordinación entre la Psiquiatría infantil y de adultos.
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