Redacción. Madrid
Los adolescentes necesitan de un guía que les oriente y les dé seguridad para su desarrollo personal y profesional, algo que adquiere todavía más importancia si tienen TDAH. Los alumnos de Secundaria con este trastorno tienen dificultades para prestar atención y concentrarse, son inquietos y les cuesta controlar su conducta y sus emociones. Hay que adaptar las pautas para controlar estos síntomas a la edad y capacidad de los jóvenes, tal y como recoge la Guía de Actuación en la Escuela ante el Alumno con TDAH, editada por la Federación Española de Asociaciones para la ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (Feaadah).
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Los problemas en el aprendizaje les llevan a una constante frustración ya que, aunque son inteligentes, se ven incapaces de demostrarlo por conflictos a la hora de asimilar conocimientos o por dificultades a la hora de transmitirlos. Así, los alumnos de secundaria con TDAH sienten apatía por el colegio, se aburren durante las clases, no entienden las explicaciones del profesor porque no son capaces de mantener la atención, sus calificaciones son bajas, tienen problemas de concentración durante el estudio y dejan las tareas para el último momento.
Para hacer frente a esta situación, el profesor debe ofrecer un alto grado de motivación, participación y refuerzo multisensorial; evitar la abundancia de explicación verbal y el dictado del material; las lecciones deben ser dinámicas y estructuradas para motivar el aprendizaje; explicar con detalle los procesos sobre cómo hacer las cosas; enseñar técnicas de estudio, con aplicación práctica en el aula; fomentar el trabajo cooperativo entre alumnos para ayudar en la dedicación continua a una misma tarea; dividir el trabajo en pequeñas cantidades para ayudar al cumplimiento de cada una de las tareas; tratar de empatizar con el alumno a través de una actitud de autoridad, apoyo y confianza, para que se sienta respaldado en el proceso del aprendizaje.
Asimismo, es necesario adaptar el programa educativo a las necesidades particulares de cada alumno, con el fin de evitar el fracaso. El profesor está plenamente cualificado para hacerlo, solicitando la ayuda del orientador en caso de considerarlo necesario, ya que no supone una disminución del nivel de exigencia –algo que debe dejar claro a toda la clase–, sino una adaptación en la forma de transmitir y adquirir conocimientos, así como en los procedimientos para su evaluación.
Actitudes agravadas por el TDAH
Respecto a la hiperactividad e impulsividad, hay que tener en cuenta que las actitudes propias de la adolescencia se ven agravadas cuando el joven padece TDAH con predominio de impulsividad o hiperactividad, presentando conducta rebelde ante el intento de terceros de controlar sus emociones y comportamiento, un continuo enfrentamiento con la autoridad y rechazo al colegio, dado que no encuentra relación entre el mundo real y lo que le ofrecen en las aulas.
Para prevenir la aparición de conflictos, el profesor puede crear un ambiente en el que se fomente la comunicación; establecer las reglas de una forma clara y precisa; tener previstos patrones de actuación para afrontar situaciones de enfado, frustración o, incluso, agresión; y mantener una actitud hacia el alumno que favorezca la confianza.
No obstante, si el maestro se ve en la necesidad de ejercer disciplina, tiene que adoptar una actitud firme, pero abierta y respetuosa al mismo tiempo, a la hora de hacer que se cumpla la norma; evitar actitudes permisivas y dominantes; adoptar una comunicación positiva sin enjuiciar ni criticar, sino mostrándose comprensivo y empático; utilizar la negociación para la resolución de conflictos haciendo partícipe al alumno para que asuma su responsabilidad; y cambiar castigos por consecuencias lógicas.
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