Sandra Melgarejo. Madrid
Según Isabel Orjales, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Psicología de la UNED, el TDAH es “el trastorno más popularmente desconocido”. En su opinión, existen muchos tópicos que interfieren en el diagnóstico y abordaje del TDAH, y falta comprensión en el entorno escolar. Contra esto, Orjales recomienda traducir los protocolos específicos en acciones concretas y ahondar no solo en la detección precoz, sino en la intervención psicoeducativa posterior.
¿Cuál es la situación actual del TDAH en España?
La intervención educativa del niño con TDAH.
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El TDAH es el trastorno más popularmente desconocido. Todo el mundo habla de niños hiperactivos, pero hay muy poca gente que realmente sepa cómo es un niño con TDAH. Todavía existen muchísimos tópicos que interfieren en las medidas que se toman, sobre todo en el ámbito educativo. El problema no solo concierne a los síntomas que tiene el niño en el aula –que se podrían resumir en que se comporta como si tuviera dos o tres años menos que el resto por su inmadurez, aunque pueda tener altas capacidades intelectuales–, sino a la falta de comprensión en el entorno escolar, porque existen muchos docentes que están erróneamente convencidos de que el diagnóstico del TDAH se puede basar solo en lo que ellos ven en el aula y las medidas educativas que toman se basan en sus hipótesis. Así ocurre que hay niños con TDAH que no tienen un perfil exagerado de hiperactividad o que tienen muy buena capacidad intelectual y compensan algunos ámbitos, y que por ello son malentendidos por los profesores.
No obstante, la primera voz de alarma ante un posible caso de TDAH suele darse en el colegio, ¿no es así?
Sí. La impresión popular es, incluso, que hay un sobrediagnóstico de TDAH, que ahora todos los niños son hiperactivos, al igual que en otra época todos eran disléxicos. El problema es que el TDAH es muy difícil de diagnosticar: requiere que puedas comprobar que los síntomas de desatención, hiperactividad, impulsividad, etc., que evolutivamente tienen todos los niños, son más crónicos en este caso y no van a mejorar si no se hace una intervención específica. Y eso requiere tiempo.
¿Por eso se retrasa el diagnóstico y el tratamiento?
Suelo insistir en que la intervención psicoeducativa debe comenzar antes de que se cierre el diagnóstico, cuando los síntomas empiezan a generar problemas y se ve claramente que las medidas educativas normales, escolares y familiares, no dan resultado. Si la intervención se inicia y realmente el niño tiene TDAH, tendrá un cuadro más moderado; y si había otros condicionantes, el niño se estabilizará y el diagnóstico o el descarte del TDAH llegarán antes.
En ocasiones se cuestionan los diagnósticos de TDAH, ¿por qué?
Porque los síntomas que presenta un niño con TDAH son comunes a todos los niños, responden a una inmadurez de las funciones asociadas al lóbulo frontal, que maduran con el tiempo. El problema de los niños con TDAH es que tienen un retardo en la maduración. Lo que pasa es que también son funciones que se educan: la impulsividad se puede reducir, la atención mejora… Los profesores pueden tener dificultades para discriminar si el problema que tiene el niño se puede arreglar con medidas educativas generales, con medidas educativas específicas o con un entrenamiento muy costoso. Pueden pensar que es algo que depende de la voluntad del niño o que requiere más disciplina por su parte.
En este sentido, es importante que los profesores entiendan que ellos son un puntal incuestionable en el diagnóstico porque necesitamos información lo más pormenorizada posible sobre las dificultades que tiene el niño en el aula, pero luego necesitamos mucha más información para poder confirmar sus hipótesis de diagnóstico.
¿Cómo se coordina la intervención educativa con el ámbito familiar y sanitario?
Todavía estamos muy en pañales. Están apareciendo protocolos conjuntos de Sanidad y Educación que son importantísimos, se tienen que ir traduciendo en acciones concretas, pero todavía están más ligados a la primera fase, la detección y el diagnóstico, que a la intervención psicoeducativa posterior. Indudablemente, tiene que haber una conexión muy importante: el médico no puede ajustar la medicación sin la información del impacto que tiene la medicación; y el centro educativo no puede hacer que el niño sea más eficaz a través de programas de intervención y de entrenamiento cognitivo si no está apoyado por un tratamiento farmacológico adecuado.
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