Sandra Melgarejo. Sevilla
“Todos los niños tienen aspectos positivos, tengan lo que tengan, y hay que trabajar para superar las dificultades pero, también, para potenciar las cualidades”, ha afirmado la psiquiatra infantil Isabel Hernández, del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málafa, durante el IV Taller de expertos del Plan de Acción en TDAH (Pandah), celebrado recientemente en Sevilla.
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“Tener un trastorno nunca es algo bueno, habrá cualidades que se puedan explotar, pero no es adaptativo, no se puede vivir como algo positivo. Tampoco se pueden utilizar en la consulta las palabras ‘negativo’ o ‘malo’ porque hacen mucho daño a los padres, que piensan que no van a poder superarlo”, ha comentado la especialista. Así, recomienda no hablar de aspectos negativos del TDAH sino de aspectos “menos positivos”; reforzar lo más positivo porque el niño con TDAH necesita escuchar que es tan capaz como los demás de hacer las cosas; y afrontar el TDAH con optimismo, esfuerzo, humor y cariño.
Entre los aspectos menos positivos de los niños con TDAH, Isabel Hernández ha destacado la dificultad que tienen para inhibir estímulos, que les impide mantener la atención y tener una tendencia a distraerse que puede causar fracaso escolar; la impulsividad, que les puede llevar a actuar sin pensar; la hiperactividad, que les impide aprovechar al máximo una actividad; que son testarudos y no ceden con facilidad; y las dificultades en empatía, que les hace no entender el alcance de las emociones.
Por otro lado, los aspectos más positivos que tienen los niños el TDAH son la creatividad y que ejecutan bien las tareas motrices; que son ingeniosos y tienen una gran facilidad de pensamiento para encontrar soluciones rápidas a problemas cotidianos prácticos; que, pese a tener dificultades para mantener la atención, tienen una gran capacidad de trabajo, sobre todo en trabajos de tipo físico; y que son simpáticos, alegres, optimistas, espontáneos, afectuosos y poco rencorosos.
La psiquiatra infantil ha recordado que se deben reforzar las conductas a repartir, señalando y elogiando la conducta correcta; que hay que dar órdenes concretas y sencillas; y que hay que estructurar el tiempo y utilizar agendas y horarios que faciliten la ejecución de las tareas. “Evitar las órdenes encadenadas y reforzar cada logro tras conseguirlo supone más esfuerzo para los padres, pero da sus frutos”, ha asegurado.
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